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Hace mucho tiempo en un pueblo hoy abandonado en una casa de madera vivía una mujer de gran belleza, de cabello castaño, ojos verdes y piel trigueña, ella tenía dos hermosos hijos, su nombre era Candelaria y el amor que derrochaba por esos hijos era tan inmenso que no podía soportar decirle que no, no podía reprenderlos de ninguna manera o decir que no a cualquiera de sus peticiones, el mayor de sus hijos tenía diez años era rebelde y grosero mas no violento y el hijo menor tendría tan solo seis años y a pesar de su corta edad mostraba tendencias de imitar a su hermano.

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Fue tan permisiva que sus hijos desarrollaron muy mal comportamiento ya que les permitía hacer prácticamente lo que quisieran, uno de ellos, el mayor incluso desarrolló conductas pirómanas y ella no hizo nada para corregirlo, la única fuerza de voluntad que podía recoger solo le permitía decirle que eso estaba mal, mas no hacía nada para detenerlo.

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Fuera de las conductas de sus hijos ella vivía felizmente,                               incluso si sus hijos eran problemáticos, incluso si ya no tenía un esposo para compartir su felicidad ya que murió enfermo años atrás, ella era feliz con lo que tenía, para vivir ella trabajaba de sastre, en su propio hogar y cada martes y viernes dejaba solos a sus hijos y cerraba la puerta con llave para poder hacer las compras del hogar.

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Un viernes como cualquier otro, ella salió a comprar dejando a sus hijos seguros en su hogar como siempre mientras ella vagaba por el mercado, su hijo mayor aburrido de esperarla, buscó bajo su cama y sacó un pedernal que tenía guardado, más algo de paja que recibió tras convencer a un vecino de que su madre la necesitaba y acto seguido comenzó a usar el pedernal para encender la paja.

Mientras esto sucedía en su casa, Candelaria estaba terminando de comprar los artículos de su hogar y se disponía a caminar hacia su casa viendo como el atardecer daba paso a la noche, a medida que se acerca pudo vislumbrar una luz intensa en la dirección de su hogar, con temor dentro de ella rápidamente apresuró sus pasos, cuando por fin llegó para su horror pudo ver aún una multitud rodeando su casa en llamas y escuchar los gritos de sus hijos siendo engullidos por las ardientes brasas de su hogar intentando salir inútilmente, ya que su casa siempre estaba cerrada con llave cuando su madre no estaba, ella se intentó abalanzar hacia su casa para salvarlos pero un vecino la sostuvo evitando que se acercara a aquel lugar en llamas, luchó y sollozó, pero sin importar lo que hiciera no podía librarse del agarre y poder auxiliar a sus hijos.

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Esto continuó hasta que ellos ya no podían ser escuchados dentro de su hogar, y cuando por fin colapsó con los ojos llorosos de ver tan atroz escena ella se quedó allí en silencio viendo como su casa terminada de ser destruida por las fuego, cómo sus vecinos hacían lo posible para apagar el incendio con cubetas de agua y observó hasta que las llamas por fin se apagaron.

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